Conoce la inspiradora historia de Madonna Buder.
Mejor conocida como la “monja de hierro”, Madonna Buder es una hermana de la comunidad cristiana totalmente fuera de lo común.
La hermana Madonna Buder nació en St. Louis, Missouri, en julio de 1930 y de niña nunca pensó que al ser mayor se convertiría en una inspiración para los amantes del deporte pues de niña nunca fue una gran atleta.
De hecho fue a los 14 años que Madonna Buder decidió que quería ser monja y a los 23 entró al convento. Aunque ella se mantuvo activa en la comunidad cristiana hasta la edad adulta, nunca fue una atleta comprometida ni mucho menos, hasta que un buen día se vió impulsada por un sacerdote católico que conoció en un retiro del estado de Oregon.
Fue así que en 1970 dejó la congregasión para reunirse con 38 mujeres misioneras y formar una comunidad de hermanas no tradicional. Como miembro de las Hermanas no canónicas de la Comunidad Cristiana, las integrantes no se ven obligadas a seguir la autoridad de la iglesia católica romana, por lo que Buder tuvo la libertad de escoger su propio ministerio y estilo de vida.
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Y así fue como dos décadas después la hermana Madonna Buder encontró su segunda vocación, correr. Tenía 48 años cuando empezó a correr por diversión y salud y poco después participó en su primera carrera para apoyar la causa de Esclerosis Múltiple.
Esa fue la gota que derramó el vaso pues enseguida se unió a un grupo de corredores. Le invirtió tanta dedicación al deporte que a los 52 años ya estaba compitiendo en su primer triatlón en Banbridge, Irlanda y a los 55 se convirtió en la única monja en completar un Ironman, una de las competencias más legendarias y demandantes que hay.

Actualmente la hermana Madonna es la portadora del récord mundial de la persona con mayor edad en haber culminado el triatlón Ironman, pero en su historial, que comenzó en 1982, ya lleva más de 340 triatlones, de los cuales 45 son Ironmans.
Recorridos en bicicleta sobre grandes pendientes, nados dentro de aguas muy frías y miles de obstáculos más es lo que la hermana ha tenido que enfrentar y aún así ella asegura que mientras Dios se lo permita y ella se sienta en forma no se detendrá.
“He aprendido grandes lecciones de vida en el camino, pero a las que me gustaría regresar y decirme a mis veintitantos años son: No es lo que dices, es lo que haces; no prestes atención a la edad que tengas, sólo concentrate en la edad en que te sientas.”
